Archivo de 18 de octubre de 2006

EL NUEVO EMPERADOR

Todos lo conocen por su motor de búsqueda de datos e imágenes, que es el más poderoso, pero Google se transformó en los últimos tres años en una maquinaría imparable que trasciende el ámbito de la web. Con múltiples aplicaciones, integración de servicios sencillos de usar para usuarios de todos los niveles, Google amaga con transformarse en la web misma. Y también aumentan las advertencias sobre el peligro que corren los datos privados en poder de Google sobre usuarios, empresas y países.
Si bien comenzó siendo un sencillo buscador, ahora Google ofrece decenas de soluciones y su crecimiento impacta en distintos entornos. John Battelle, en su libro Búsqueda, analiza el fenómeno así: «Cada día, millones de millones de personas miran la pantalla y vierten sus deseos, temores e intenciones en los sencillos colores y el brillante fondo blanco de Google.com. ¿Qué estamos creando, intención por simple intención, cuando decimos al mundo qué es lo queremos?». El especialista sostiene que ese cúmulo de rastros dejado por cada uno de nosotros está creando el aparato cultural «más sólido y duradero de la historia de la humanidad: la Base de Datos de las Intenciones». Allí están «los deseos, las necesidades y las preferencias en un clic que se puede descubrir, citar, archivar, rastrear y explotar para todo tipo de fines».